domingo, 25 de noviembre de 2012

DISCURSILLO CURSI SOBRE

UN CURSILLO NONATO


 

LOS LUNES DE FIDEL

 
de Walter Livingston Vaught, el miércoles, 26 de noviembre de 2008 a la(s) 11:47 ·


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25 noviembre

COLABORACIÓN ESPECIAL DE DR. LÍVINGSTON DENEGRE-VAUGHT
Muy estimado señor Director
He aquí mi colaboración:

guillermoprieto

GUILLERMO PRIETO Y SU SAN LUNES:
 
Por Lívingston Denegre-Vaught
 
Voy a hablarles de un periodista honrado que lo fue todo: poeta, orador, maestro universitario, político, ministro de hacienda, parlamentario pero, sobre todo, ¡héroe!, un gran patriota.
Voy a reproducir la grandilocuente forma en que lo describan sus contemporáneos con el peculiar lenguaje adornado de una retórica churrigueresca, propio de aquella época, a finales del Siglo XIX:
Así: Guillermo Prieto domina la tribuna y es un grande orador popular. Su voz es sonora, conmovedora y simpática; arde en su alma el entusiasmo; su estilo es rico, florido, pintoresco y revela el instinto del ritmo armonioso; en su prosa se descubre la esencia de la poesía, a la que sólo falta su forma esencial, el verso; usa de esas espléndidas metáforas que son para el orador lo que es para el pintor el colorido y derrama a torrentes, en un lenguaje elegante y figurado, pensamientos elevados y siempre felices comparaciones; cautiva y a veces subyuga; un tropel de ideas asalta su imaginación ardiente y exuberante, las inicia, las mezcla en un vertiginoso poliorama y deja adivinar más de lo que dice; es todo inspiración, efusión y espontaneidad, y por esto es un improvisador brillante, arrebatador, eminente: no ha consultado tal vez el Diálogo del Orador Romano ni el tratado de Quintiliano; desdeña los preceptos de la retórica clásica pero obtiene resultado de la elocuencia — atrae y convence– “pectus est quod disertos facit”; no obedece siempre a las leyes inflexibles de la lógica, pero tiene arranques de inspiración, de exaltación, de energía viril y de patriotismo que recuerdan a Demóstenes armando a los atenienses contra Felipe, a Cicerón anonadando a Verrés, a Pedro el Ermitaño y a San Cristianos a la defensa de los santos lugares; a Mirabeau salvando a Francia de una ignominiosa bancarrota.
Sí, así–o en forma parecida– lo ponía un escritor contemporáneo de Guillermo Prieto.
Escuchen ahora al poeta, y veremos en términos extraños la concepción que tenían de Fidel como autor de versos:
“Estarán pendientes de sus labios de oro; la poesía es en él instintiva; en la oda se encumbra hasta las alturas excelsas del heroísmo y de la sublimidad; en el romance es tierno, soñador, apasionado; lagrimoso y sentimental en la elegía; ligero y risueño en el alegro ditirambo; es a un tiempo nuestro Píndaro, nuestro Cátulo y nuestro Anacreonte, es el poeta del corazón como Metastasio, es dulce como Millevoye, extravagante como Ercilla, jocoso como Melèndez Valdés, e improvisa como Silvio Antoniano; es, en fin, el primero de nuestros poetas líricos.”
 
De esa peculiar y admirativa manera se expresaba allá por mayo de 1873 el conocido escritor Alfredo Bablot, en un “retrato parlamentario” que insertara en un periódico de la época. Y de la época es ese estilo conceptuoso y lleno de citas y de nombres conque se halla trazada la figura inolvidable del “Romancero”, cuyos “San Lunes” se publicaron por primera vez en forma de libro debido a la iniciativa del laborioso historiador Nicolás Rangel, en 1923.
 
Cuando en marzo de 1897, se enlutaron las letras patrias al extinguirse para siempre la meritísima existencia de “Fidel”, la voz de un reputado pendolista dijo lo siguiente:
 
“Acaba de apartarse de nuestro lado una de las figuras más genuinamente nacionales, una personalidad distinguida que viene a compendiar el carácter, el espíritu, el modo de ser de toda una época. Con Guillermo Prieto desaparece, en efecto, un pedazo de vida nacional, esa vida que, con sus vicios y sus virtudes, sus tristezas y sus glorias, sus entusiasmos y sus depresiones, ha animado y resumido la típica leyenda patria.
 
¿Quién no conoce en la república la historia de esta existencia? ¿Quién ignora los títulos que amparaban a Guillermo Prieto para ocupar un lugar predilecto en el corazón de los mexicanos? Rodeaba al ilustre anciano una como aureola formada por la gratitud y el cariño popular: Iba él de este modo protegido, a semejanza del héroe de Horacio, por una triple coraza de afectos, que la muerte ha, por fin, hecho pedazos”.
 
A Guillermo Prieto, también se le llamó el “Tirteo de la Reforma y de la Intervención”. Luego les digo lo que querían decir con eso de “Tirteo”.
 
Nació en la ciudad de México el 10 de febrero de 1818. Contaba al morir 79 años, cargados de laureles.
No hay sino hojear su libro “Memorias de mis Tiempos” para darse cuenta exacta de lo que fue la vida de este excelso hombre público que, formado por su propio esfuerzo, llegó desde la desmembrada mesa de escribientillo de la aduana,
Hasta los escaños de los ministerios y tuvo la honra de defender la libertad de su patria, no sólo con la pluma, sino con la voz más inspirada que ha resonado en nuestra historia en los momentos en que parecía naufragar el espíritu público ahogado por la traición y por la perfidia.
 
Guillermo Prieto era, según sus contemporáneos, una historia viviente. Como reunía a un gran talento un enorme gracejo y una frescura espiritual que nunca lo abandonaron, daba placer escuchar de sus labios las mil y una aventuras en que se había visto envuelto y la gente se relamía de gusto, oyendo cómo refería sus dimes y diretes con los habitantes de los barrios, sus conflictos durante las incontables revoluciones de que había sido testigo, o se conmovía cuando relataba los instantes tremendos de la peregrinación con Juárez por el desierto, en el grupo de “inmaculados” a que él pertenecía.
Bello tituló este último y muy justo en Guillermo Prieto, puesto que habiendo sido ministro de hacienda cuando se desamortizaron los bienes del clero, y tocándole a él, según la ley, el cinco por ciento de la operación, tuvo el orgullo de renunciar a ese beneficio “sacrificándolo todo, según él mismo lo refería, a un reputación sin mancha.”
De él me propongo seguirles hablando durante mi próxima colaboración.
 
Lívingston Denegre-Vaught y Alcocer.i
 
Domingo 25 de noviembre del 2012.
 

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